Para empezar, en sus noventa años de vida no le ha dado tiempo aún de entender como se puede poner una hora y luego quitarla sin que pase nada. "¿y a dónde va? ¿y quién es el que se encarga de eso?, si se puede saber".
Esta semana se la suele pasar repitiendo cada día a la hora de comer "Con razón estoy muerta de hambre. Es que ahora serían las tres y media"
y luego está el trastorno que lleva la pobre con la hora de acostarse.
y luego está el trastorno que lleva la pobre con la hora de acostarse.
"Son muy atrevidos por jugar con el continuo espacio-tiempo. En mi época eso no se tocaba y todo iba perfectamente". Nos dice Antonia.