Elosísa, una joven de Molina, tiene la friolera de ocho bodas a la vista y, después de hacer cálculos, no ha tenido más opción que vender un riñón para poder disponer de efectivo y evitar así, quedar como una mala amiga.
“Llega una edad en la que de golpe, les pasa algo y todas se quieren casar. El baremo de los regalos sube cada año y eso sin contar que al abrir la invitación, te aparece con disimulo una tarjetica enana con la cuenta bancaria, que dan ganas de decir: ¿Pero es tanto papel bonico y tanto sobre gigante, para camuflar ahí la tarjetica? eh? Entonces ¿me invitas o no me invitas?”
Eloísa nos comenta que vender el riñón era la única salida que veía ya que ha tenido que comprarse cuatro trajes para ir intercalando y que le de tiempo a llevarlos a la tintorería y recogerlos de nuevo. Además, nos dice que ha ingresado dinero en las ocho cuentas corrientes y también ha pagado las ocho despedidas de soltera.
"Lo que más me jode es que luego me pongo ciega en el aperitivo y ya no como ná en toda la boda" Nos comentaba esta mañana mientras se ponía la mano dónde antes había un órgano.
Cosas de Molina.
Cosas de Molina.